Hace varios años, las matronas que trabajábamos en hospitales sobrecargados, no nos preocupábamos mucho por la personalización de la atención. Sí que teníamos interés en que el nacimiento fuera bien, tanto para la madre como para el bebé, eso sí. Bastante teníamos con que el parto no fuera en la cama, algo muy mal visto en esa época, ya que era sinónimo de abandono. Íbamos de una cama a otra, y entre medias atendíamos a una de las diferentes puérperas que, al no tener sitio en la sala de hospitalización, se quedaba a cargo del personal de paritorio hasta que "hubiera un hueco en la planta".
En alguno de los hospitales en los que trabajé en esa época, l@s gines hacían guardia localizada, con lo que las matronas debíamos dar respuesta rápida a situaciones complejas, no siempre con los conocimientos necesarios para ello. A ese ambiente de asistencia tan difícil, hubo que añadir a finales de los '90 la llegada de mujeres de otras culturas, con otros idiomas, con otras costumbres, llegando el paritorio a transformarse en la "Torre de Babel".
En alguno de los hospitales en los que trabajé en esa época, l@s gines hacían guardia localizada, con lo que las matronas debíamos dar respuesta rápida a situaciones complejas, no siempre con los conocimientos necesarios para ello. A ese ambiente de asistencia tan difícil, hubo que añadir a finales de los '90 la llegada de mujeres de otras culturas, con otros idiomas, con otras costumbres, llegando el paritorio a transformarse en la "Torre de Babel".
Para l@s gines tampoco fue fácil. Las urgencias se acumulaban en la sala de espera, en la mayoría de los casos con una dudosa gravedad (rotura de preservativos, picores de varios días de evolución, disminución de movimientos fetales a las 4 am, dudas sobre si estás o no embarazada (3 am), o por ver si se ve el sexo ya que en "urgencias te lo dicen").
Pero los tiempos cambian, y nosotras también. Se abrieron nuevos hospitales, se diluyó la asistencia, nos trasladamos a un hospital con más recursos y surgió la inquietud por revisar nuestros modos de asistencia.
En España y en otros lugares, como si una nueva corriente de aire surcara el mundo, surgen los movimientos para la recuperación de la normalidad del parto, unido a un grupo de matronas que se replantean cómo podemos mejorar nuestra práctica profesional.
Las nuevas formas de asistencia exigen un trato más personal con las mujeres y sus acompañantes. Dar explicaciones, y cambiar los hábitos porque la Evidencia Científica así lo indica. Ahora debemos dejar de hacer "por tu bien", y compartir las decisiones, con explicaciones claras y razonadas. Ahora debemos escuchar con oídos abiertos lo que las mujeres nos reclaman, y dar respuestas a las expectativas. Todo ello ha supuesto dejar nuestra "Zona de Confort". Nos hemos formado y hemos participado en la formación, sumando nuestra experiencia a la ciencia y a la ilusión de quienes ahora están formándose.
No todas, por supuesto estamos dispuestas al cambio, hay quienes se encastillan en sus viejas formas de asistencia. Mantienen el concepto de que un parto rápido es un buen parto, con independencia de la vivencia que la mujer y su pareja se lleven del acontecimiento, luego le das una palmadita y dos palabras amables y ya está. Lástima que estemos en claves diferentes.
Hablando de claves diferentes, tampoco todas las mujeres, ni siquiera la mayoría, están en esa clave. No solo es la "Zona Confort" de las matronas, también existe la de las mujeres. Salvo excepciones, que las hay y quizás cada vez más, las mujeres buscan un parto rápido, indoloro, y con un/a hij@ perfect@. Las parejas o acompañantes, esperan que hagamos lo correcto, les informemos, y así poder llamar a toda la familia y allegados para contarles cómo se desarrolla el evento. No es fácil estar en sincronía.
Sí, son muchas las "Zonas de confort" en el trabajo de las matronas, en el de l@s gines, y en el de las mujeres. Pero ahora es un buen momento para tomar consciencia de los nuevos recursos, de las nuevas opciones que tenemos a nuestra disposición, y de las demandas que se nos hacen. Aunque, si queremos asumir un parto respetuoso, deberemos dejar esa "Zona de confort" y centrarnos en acompañar de la forma en la que la mujer nos demande. A veces será propiciando un parto natural, otras veces será medicalizando el parto, pero siempre será considerando cada parto como un acto único, y eso está, casi siempre, fuera de nuestra "Zona confort".
Qué bien hablas, escribes y piensas! Siempre te lo he dicho. Lo que más me gusta son las causas de asistencia al urgencias ginecológicas... tan real.
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